jueves, 22 de septiembre de 2011

FMI: Perspectivas de la Economía Mundial.



INTRODUCCION.

Por Olivier Blanchard
Consejero Económico.
Escrito en Septiembre del 2011

En comparación con la edición de abril pasado de Perspectivas de la economía mundial, la recuperación económica es ahora mucho más incierta. La economía mundial está afectada por la confluencia de dos sucesos desfavorables. El primero es una recuperación mucho más lenta de las economías avanzadas desde el comienzo del año, un hecho que en gran medida no llegamos a percibir mientras ocurría. El segundo es una marcada agudización de la incertidumbre fiscal y financiera, que ha sido particularmente pronunciada desde agosto. Cada uno de estos sucesos es preocupante; su combinación y sus interacciones lo son aún más. Se necesitan con urgencia políticas enérgicas para mejorar las perspectivas y reducir los riesgos.

El crecimiento, que había sido vigoroso en 2010, disminuyó en 2011. En un principio, la desaceleración no causó demasiada preocupación. Habíamos proyectado cierta desaceleración, debido a la conclusión del ciclo de inventarios y la consolidación fis-cal. Hechos aislados como el terremoto y el tsunami de Japón y los shocks a la oferta de petróleo ofrecían explicaciones plausibles de la profundización de la desaceleración. Y los datos iniciales sobre Estados Unidos subestimaron la magnitud de la desaceleración misma. Ahora, con cifras concretas, está claro que estaba ocurriendo algo más.

Lo que estaba ocurriendo era el estancamiento de dos reequilibramientos que, como hemos argumentado en numerosas ediciones anteriores de Perspectivas de la economía mundial, son necesarios para lograr “un crecimiento vigoroso, equilibrado y sostenible”.

Tomemos primero el reequilibramiento interno: lo que se necesita es pasar del estímulo fiscal a la demanda privada. La consolidación fiscal está ocurriendo efectivamente en la mayoría de las economías avanzadas (aunque no en Japón). Pero la demanda privada no está tomando el relevo.



Las razones son variadas, dependiendo del país. Pero la escasez de crédito bancario, el legado del auge inmobiliario y el elevado apalancamiento de muchos hogares están frenando la recuperación más de lo previsto.

Consideremos a continuación el reequilibramiento externo: las economías avanzadas con déficits en cuenta corriente, y sobre todo Estados Unidos, necesitan compensar la baja demanda interna con un aumento de la demanda externa. Esto implica simétricamente un alejamiento de la demanda externa a favor de la demanda interna en las economías de mercados emergentes con superá-vits en cuenta corriente, especialmente China.

Este reequilibramiento no está ocurriendo. Aunque los desequilibrios disminuyeron durante la crisis, eso se debió más a una fuerte disminución del producto de las economías avanzadas en relación con las de mercados emergentes que a un ajuste estructural de estas economías. De cara al futuro, proyecta-mos una ampliación de los desequilibrios, no una disminución.

Pasemos ahora al segundo suceso desfavorable: la agudización de la incertidumbre fiscal y financiera. Está claro que los mercados ahora dudan más de la capacidad de muchos países para estabilizar la deuda pública.

Durante algún tiempo, esa preocu-pación estuvo limitada mayormente a unos pocos países pequeños de la periferia europea. A medida que transcurrió el tiempo y que las perspectivas de crecimiento se empañaron, las preocupaciones se han extendido a más países europeos y a otros países fuera de Europa, desde Japón hasta Estados Unidos.

Las preocupaciones en torno a los entes soberanos se han traducido en preocupaciones en torno a los bancos que han adquirido estos bonos soberanos, principalmente en Europa. Estas preocupaciones han conducido a un congelamiento parcial de los flujos financieros, y los bancos mantienen elevados

niveles de liquidez y han restringido el otorga-miento de crédito. El temor a lo desconocido es agudo. Los precios de las acciones han caído. Esto afectará negativamente al gasto en los meses venideros. De hecho, las cifras de agosto indican que eso ya está ocurriendo.
El bajo crecimiento subyacente y las vinculaciones fiscales y financieras bien pueden entrar en un círculo vicioso, y ahí es donde radican los riesgos.

Un bajo crecimiento hace más difícil lograr la sostenibilidad de la deuda y lleva a los mercados a preocuparse aún más por la estabilidad fiscal. Un bajo crecimiento también conduce a más préstamos en mora y debilita a los bancos. Una consolidación fiscal concentrada en las etapas iniciales puede, a su vez, conducir a un crecimiento aún más bajo. La debilidad de los bancos y la escasez del crédito bancario pueden producir el mismo efecto. Los bancos débiles y la posible necesidad de capitalización generan más preocupación en torno a la estabilidad fiscal. Los riesgos a la baja son muy reales.

Hasta ahora me he centrado en las economías avanzadas. La razón es que, por el momento, las economías de mercados emergentes en gran medida han sido inmunes a estos sucesos desfavorables. Han tenido que lidiar con flujos de capital volátiles, pero en general han continuado sustentando un crecimiento elevado. De hecho, algunas están cercanas a una situación de sobrecalentamiento, aunque las perspectivas son, nuevamente, más inciertas para muchas otras. En los escenarios de riesgo, bien pueden encontrarse expuestas a condiciones de exportación más desfavorables y a flujos de capital aún más volátiles. El bajo nivel de las exportaciones y posiblemente la caída de los precios de las materias primas también plantearán retos para los países de bajo ingreso.

En vista de la debilidad de las proyecciones de referencia y de los elevados riesgos a la baja, es esencial adoptar políticas enérgicas, basadas en tres pilares.

El primer pilar es la política fiscal. La consolidación fiscal no puede ser demasiado rápida o destruirá el crecimiento. No puede ser demasiado lenta o destruirá la credibilidad. La velocidad debe depender de las circunstancias de cada país, pero la clave sigue siendo una consolidación a mediano plazo creíble. Algunos países necesitan una ayuda muchos hogares están frenando la recuperación más de lo previsto.

Consideremos a continuación el reequilibra-miento externo: las economías avanzadas con déficits en cuenta corriente, y sobre todo Estados Unidos, necesitan compensar la baja demanda interna con un aumento de la demanda externa.

Esto implica simétricamente un alejamiento de la demanda externa a favor de la demanda interna en las economías de mercados emergentes con superávits en cuenta corriente, especialmente China. Este reequilibramiento no está ocurriendo. Aunque los desequilibrios disminuyeron durante la crisis, eso se debió más a una fuerte disminución del producto de las economías avanzadas en relación con las de mercados emergentes que a un ajuste estructural de estas economías. De cara al futuro, proyectamos una ampliación de los desequilibrios, no una disminución.

Pasemos ahora al segundo suceso desfavorable: la agudización de la incertidumbre fiscal y financiera.

Está claro que los mercados ahora dudan más de la capacidad de muchos países para estabilizar la deuda pública. Durante algún tiempo, esa preocupación estuvo limitada mayormente a unos pocos países pequeños de la periferia europea. A medida que transcurrió el tiempo y que las perspectivas de crecimiento se empañaron, las preocupaciones se han extendido a más países europeos y a otros países fuera de Europa, desde Japón hasta Estados Unidos.

Las preocupaciones en torno a los entes soberanos se han traducido en preocupaciones en torno a los bancos que han adquirido estos bonos soberanos, principalmente en Europa. Estas preocupaciones han conducido a un congelamiento parcial de los flujos financieros, y los bancos mantienen elevados niveles de liquidez y han restringido el otorgamiento de crédito. El temor a lo desconocido es agudo. Los precios de las acciones han caído. Esto afectará negativamente al gasto en los meses venideros. De hecho, las cifras de agosto indican que eso ya está ocurriendo.

Para acceder al informe, haga click en la imagen de arriba o en el siguiente enlace:
http://www.imf.org/external/spanish/pubs/ft/weo/2011/02/pdf/texts.pdf

Fuente e imágenes: FMI

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